domingo, 22 de marzo de 2020

SABOR CAFÉ.




Dos cuerpos que se funden en una habitación oscura,
empapados del sudor que resbala por la piel.

Un par de copas previas, dos besos de despedida, y
de pronto se me escapa un... "Ya te llamaré".
"Encantado de conocerte, ha estado muy bien".

Espero encontrar el coche. La carretera de las dudas
se llena de tráfico, al amanecer.

— ¿Volverás? —Me dice.
—Volveré —contesto. 

Pero mi sonrisa me delata.

Después de todo, somos dos juguetes rotos. 
Dos almas vacías que quisieron verse desnudas,
dos cuerpos que sudan. Y el sudor hace 
que los sentimientos resbalen por la piel.

—Ya me voy, ya me voy. Aunque, si he de ser sincero, no sé si volveré.

No me gusta el sabor amargo de mi boca, 
un sabor que recordaré, lo que dure el camino. 
¿Mañana? Ya no sé...

—Me voy, me voy. Me iré. ¡Que está amaneciendo!
¡Ah! Y no sé si volveré.

Después de todo, este juguete roto olvida rápido 
el amargo recuerdo. Del sexo
sabor café.






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